ENCARGOS PRIVADOS

 

La dificultad de ganarse la vida en oficios relacionados con el arte es algo que nadie ignora. Por eso, a veces, el hecho de conseguir un encargo tiene una doble cara.

Por un lado, produce una satisfacción ya que el encargo supone una fuente de ingresos y nos proporciona mentalmente la energía para seguir adelante.

Por otro, si lo que se nos pide está alejado de nuestra línea de trabajo más personal y aún así decidimos hacerlo, los artistas podemos sentir la sensación de que nos estamos traicionando a nosotros mismos. Pensamos que nuestra obra corre el riesgo de convertirse en algo demasiado heterogéneo.

Escoger los posibles clientes a los cuales dirigirnos, sería la clave para no caer en estas contradicciones. Esto sólo se puede hacer cuando el artista ha alcanzado cierto nivel y recibe encargos de organismos oficiales o de coleccionistas muy conocedores de la historia y del arte actual.

Pero si el encargo procede de un particular no muy avezado en temas artísticos, es importante que sepamos encontrar un campo común donde todos salgamos ganando. Nuestro objetivo debería centrarse en educar al cliente, llevarlo a nuestro terreno y, por decirlo de alguna manera, "modernizarlo".

Aún así, no nos preocupemos demasiado pues nuestro legado, en último término, hablará por sí mismo.


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